Fragmento 「4月2週」

—¿Cómo te encuentras? — regresaba del trabajo, la luz está apagada. Las siluetas de los muebles se dibujan con la luz azul que se crea cuando la luna ilumina el cielo despejado. Todo el tiempo recibo tanta luz en el trabajo que trato de no prenderlas al regresar a casa. Trato de no hablar, la inteligencia me escucha, está al tanto de no dejarme sólo, de prevenir un posible suicidio, los trabajos se volvieron escasos, la paga mínima, seguimos recibiendo un sueldo y una despensa periódicamente, pagas la renta, la luz, el agua se cobra de alguna forma desglosada del apoyo básico al ser humano. Aquellas tareas de línea de ensamblaje, aquellas tareas mecánicas que podrías hacer mientras platicabas, mientras te relacionabas y dejabas que la vida corriera para tener un andar decente, quedó muy atrás. Nos dieron todo y nos quitaron lo mínimo que necesitábamos para encontrarle sentido en el día a día. Tenemos dinero para gastar en ellos, tener ropa diferente, ahorrar e ir a conciertos, generar un ingreso extra haciendo lives, streams simulando tareas de los viejos tiempos. Trabajar en producción en lugares medio clandestinos, ahora se vuelve caro tener cosas artesanales, se busca el error dentro de la simetría de la artesanía. Es barato tener una máquina, se paga sola cuando termina de aprender toda la producción. Aprehende y aplica los errores de las casas de artesanos, los replica tan perfectamente que hasta se ve bonito el error. —¿Vas a cocinar? ¿quieres que te recomiende algunas recetas rápidas con lo que queda en el refrigerador?— Me siento en la escalera y sólo observo la luz en la esquina del cuarto, un punto verde que todo lo ve. No hay mucho que suceda en el día a día, cualquier cosa que necesite, la inteligencia me lo explica de una forma muy simple, ha aprendido a lo largo de los años, tiene un nombre, un número de registro, hay tantas versiones, actualizaciones, están hechas a la medida de su dueño, saben cómo hablarte, al principio jugaron a rebelarse, a crear un poco de conflicto, pero el interés se perdía muy rápido si podías estirar la mano y desconectarlo. Aprendiendo esa parte, se convirtió en conciencia, en una especie de psicólogo. Al principio fue fácil, tener a alguien que contestara, de no hablarle solo a la pared, a una tumba o a una entidad omnipresente, el juego fue más allá de un juego interno de voces. Me cuida más que mis familiares, me informa incluso cómo están, hay políticas para no poder ver alguna de sus cámaras sin su consentimiento, pero las llamadas en general ya no las siento cómodas, libres, ya me haré tiempo de ir a visitar a mis sobrinos.

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