スケッチ「4月3週4日」

Ahora entiendo el sukechi, el boceto. Me pregunto sí debería de comenzar a publicar más seguido, si alguien aparecerá, conocido o desconocido. Sobre qué puedo escribir, qué puede pasar más allá del día a día en el trabajo. Luego me encuentro mis postales, entre las cartas que alguna vez me llegaron, las postales que a ojos cerrados creyeron que no desaparecerían y llegaron a esta colonia con tierra suelta por pavimento. Me encontré ese peculiar montoncito de postales que me escribo a mí mismo. Las escribo para enviármelas mientras estoy en un viaje y esperar a estar de nuevo en la ciudad para darme una vuelta al apartado y darme una sorpresa a mí mismo. Incluso cuando salí de vacaciones del trabajo me dejé un pequeño post-it con un "hola extraño" para cuando volviera; me sorprendí y luego critiqué el hecho de que no haya tomado un plumón más nuevo para hacerlo más legible. El problema con aquellas postales fue que las leía seguido, las hago como un pequeño abrazo, como un pequeño botiquín de emergencia para un momento crucial en la parte difícil del juego. Así que al leerlas en repetidas ocasiones antes de mandarla ya no sentía esa magia cuando la volvía a leer, casi la recordaba de memoria. Ahora me envío correos a futuro, ahora como sinónimo de que lo he hecho unas seis veces a lo largo de diez años. Revisé el correo casi saliendo de vacaciones, casi dos semanas después de mi cumpleaños. Y entonces vi el correo, "Supongo tendrás una sonrisa al darte cuenta que te volviste a enviar una carta y lo olvidaste" un recordatorio auto infligido porque lo volveré a olvidar cuando me llegue la nueva. Sólo que ahora está programada para un lustro. Entre año y año, me reía y sorprendía todo aquello que había pasado durante ese lapso de tiempo. La primera vez que me llegó un mail con más de un año de haber sido escrita, fue extraño, casi como encontrar una carta para mi desde el pasado. Con algún sentimiento fuerte, atorado cómo un hueso de pollo (acabo de ver "My girl" otra vez), pero que se congeló en aquel momento. Sonreía al ver todo lo que pasó desde que aquello se escribió. Recuerdo muertes casi desde los cuatro años, aunque me fio mucho de mi mente, sé que mis recuerdos cada vez son más resanes que piezas originales, cada vez que lo vuelvo a revivir, parece más un ejercicio de story telling creativo, que alguna cosa que recuerde. Casi con estructura de stand up, para poder llegar a un remate. Algo tengo con el pasado que sigo viéndome con amigos de la primaria —¿qué hay con ellos que se siguen viendo?— me pregunta un compañero de la escuela. La verdad es que no lo sé, somos tan diferentes, nos conocimos tan pequeños y aún así hay un gusto por ver que tanto han cambiado nuestros caminos. Algunos se van, otros se juntan, cambian de pareja, tienen hijos incluso, al punto que los hijos tienen alcanzan la edad con la que conocimos a alguno de sus padres. No sabíamos nada, no imaginábamos hacia dónde corría la tecnología. Las tardes eran de ir por las tortillas y jugar maquinitas. De hacer la tarea y salir a la calle. De visitar a un amigo y revisar revistas, de hablar por teléfono sin que nadie descolgara el otro auricular. Hay una añoranza en la selección de mis recuerdos, no digo que sea mejor, pero extraño a personas que no sé cómo se hubieran desenvuelto en estos tiempos.

Comentarios

Entradas populares