スケッチ 「4月3週3日」
Lento, desfasado. Me quedo atrás y los demás parecen tener un paso más adelante. Tienen planes que habían tramado con anterioridad, nunca escuché nada. Se van a la casa del árbol cuando a nadie anunciaron que habría junta. Los veo correr de la mano, ¿Qué traman? Llego enojado, cansado, no quiero hablar. Mi hermana se burla de la estatura, me sigue, me molesta, quiere darme muestras de afecto cuando ni siquiera quiero hacer ruidos. A veces no entiendo porqué no me dejan pasar desapercibido. Subo y entro al baño, me siento, me mojo poco a poco con agua caliente. Tomo el jabón y pienso qué me dijeron, ¿en verdad lo dijeron? he andado callado, regresar de vacaciones siempre es raro, y más cuando no sales. Todos cuentan cosas, compran algo, cambian de color incluso y yo huelo a playa porque tengo la piel sensible y necesito bloqueador. Me dan calificaciones, resulta que sin estudiar tanto, mejoré considerablemente. Sonrío, reviso viejos cuadernos y me doy cuenta que nunca dejo de escribir. Paso de la computadora al cuaderno, al celular, a las hojas en blanco, a las postales, a las cartas, en mails al futuro, en cuentos para mí, en tareas de la escuela, en el blog, en el drive, o en la carpeta que se acaba cuando pasen los diez mil días; son alrededor de veintisiete años por si se lo estaban preguntando. No dejo de dejar de hacerme notas y recordatorios, de saludos que encontraré en algún momento al azar, o que le dejaré a alguien más. A veces nacen en la grabadora de voz, otras aterrizan en viñetas. Otras desapareces tras ser platicadas a alguien más. O incluso se recuerdan y quieren que se cuenten cuando volvemos a coincidir. Reí al darme cuenta que cada año me vuelvo a echar porras. Vuelvo a imaginar que alguien está tras la sombra del árbol a la que le cuento cosas al azar.
Comentarios
Publicar un comentario