スケッチ (Abril.05)
— Algunas veces me siento sólo, así que me relaja venir a estos lugares y sólo platicar o ver personas al azar— Entendí la sensación, una forma mucho más segura que visitar un bar, un lugar tan alejado y cómodo desde la silla de tu propio espacio, a un botón de cambiar de persona, y a un par de palabras de encontrar con quién platicar, a quién contarle sobre un mal día. Algunos vienen a ser exhibicionistas, a llenarse la mente de miradas ajenas, cómo encerrarse en un cuarto con un agujero en una de las paredes, teniendo una fila de desconocidos que por un momento será observado.
Recuerdo la secundaria y ese mar de nicknames, uno iba a un chat público y se escogía un nombre no muy común pero fácil de recordar, entraba a una de las salas y se encontraba como en medio de un aeropuerto, todas las personas caminando hacia todos lados, hablando, preguntando, teniendo conversaciones de todo tipo sucediendo al mismo tiempo. No había algo privado, era un mensaje entre todos los otros. Si congeniabas con alguien, esperabas que en una siguiente ocasión el mismo nombre no fuera ganado por otra persona y que aquella persona volviera a la misma sala de chat para poder seguir platicando. Había una inocencia, una confianza ciega en la persona detrás del monitor. —Una vez me quedé de ver con alguien con quien platiqué por mucho tiempo, me la llevaba bien. Nos quedamos de ver en una plaza, un lugar concurrido. Cuando llegué, tenía más del doble de mi edad. Platicamos y pasamos la tarde, después de eso, no lo volví a ver— platicaba una persona cuando hablábamos sobre las antiguas salas de chat.
Cuando entré sólo fue un desfile de publicidad de pornografía, una tras otra, seguido de penes de diferentes tipos, las personas simplemente se les veía a medio de una paja, algunos con el pene en la mano esperando encontrar algo "en vivo" y de su agrado para comenzar a masturbarse, mi objetivo se aleja de ese tipo de sensación, de ese material. Había estado traduciendo algunas frases para tener que interactuar lo menos posible con las personas. Había una consigna al entrar por la noche, al entrar en fin de semana, te encontrabas una diversidad curiosa de personas que no se preocupaban mucho por laboral al día siguiente, con tanto tiempo libre para producirse. Un cuaderno a la mano, algunas plumas para bocetar y repetía una frase en mi cabeza antes de comenzar el desfile de desconocidos "Can I draw you?"
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